sábado, 8 de marzo de 2008

¿Y quién dijo?

¿Y quién dijo que me importaba parecer una idiota? A pecar por ser sincera termino pareciéndolo pero no me quema mucho la cabeza. La reflexión urdió su efecto, el esperado, a decir verdad, pues no fue tan difícil darse cuenta de una cosa tan clara y evidente. Y es que la imaginación te hace ciega y te deja presa de ideas sin fundamento, razón por la cual no está de más apartarse a un lado del camino, hacer las cuentas y concluir que si se sigue quizás ya no hay presupuesto para el regreso. La mente más que el corazón, diría yo, es un laberinto de confabulaciones recónditas que insólitamente te desborda en cavilaciones viciosas y distorsionadas. Me doy por bien servida, el stop de ahora no es más que una razonable consecuencia de la experiencia vital; que de los errores tarde que temprano se aprende, se va cogiendo concha y se va incorporando un colador en el corazón que no permite el paso a tanto sufrimiento inventado del quijotismo aquel, uno siempre resulta siendo su peor enemigo pero también es su salvador.

¿Y quién dijo que las cosas cambian? No, las cosas y todo lo demás simplemente se transforma, no seas tan incauto de pensar que cumpliré promesas; NO, promesas ya no cumplo, ni para contigo, ni para conmigo. Con el tiempo y la vejez uno va perdiendo el pudor, hay gente que piensa lo contrario, el descaro es parte de crecer, pero eso se va, como bien o mal se va la inocencia. Sin embargo y al pensarlo mejor el famoso dicho aquel “ME EQUIVOQUE” no tiene porque quedarme tan mal ahora, pues finalmente eso fue precisamente lo que me paso. Equivocarse es de humanos, imaginarse es de tontos y todos lo somos un poco, enamorarse es de valientes y yo por ahora soy cobarde y prefiero seguirlo siendo hasta que me llegue el buen momento de pensar ser una dama valerosa por un caballero que lo valga. Yo no soy una dama ahora y vos mucho menos algo parecido a un caballero… falta mucha armadura para que llegares a príncipe.

¿Y quién dijo que me duele el alma? NO, estoy tranquila, estoy sonriente, salí avante y por mis propios medios. Me desenmascaré, me desencarne, me vi descubierta frente al espejo gigante de la obviedad evadida y resolví ponerle frente y despabilar las fantasías de mi desquicia. Fui valiente me enfrente a mi locura, a mi melancolía y a mis tribulaciones; vi el panorama de las realidades para enfrentar miedos de no ser correspondida y saque fuerzas para esperar con paciencia y buena actitud hacia un futuro certero. “La vida le da al que no quiere más y a mí me dio poco de ti”… pero hay un aire de satisfacción porque fui yo quien así lo dispuso.

2 comentarios:

HannaLuna dijo...

Pos mile. esa sinceridad me parece brillante. Sobretodo la conclusión de que saliste avante en todo eso.

Si eso es lo unico que me importa que saliste avante... y que bueno q volviste a escribir...

"me equivoque", aunque no deja de ser una terrible frase para mí. me parece bien aplicada y muy valiente , esa es la clave de crecer, reconocer lasd caidas limpiarse las rodillas y seguir caminando..
Te adoro hermana.
mucho.
pero mucho.

Diana Milena dijo...

¿Y cómo hacer entender a los tercos? Este blog es personal, pero no es precisamente una radiografía tal cual de la autora. Oscila entre la personalización y la despersonalización, entre la hipérbole y la simplicidad, entonces querida amiga no te apures, no me tengo que limpiar ahora las rodillas y no he parado de caminar. ¿Sinceridad? a veces no es tanta como pareciese.