martes, 30 de noviembre de 2010

Sin ti (El ego logró dominar)


Y sigo así, sin tu olor
sigo así...
Es que mi vida sin ti
no puedo vivir. 

jueves, 4 de noviembre de 2010

Y fue más que oscuridad, luz de vela

Entre penumbras a oscuras casi en su totalidad, sola más allá de lo espacial, sin otro sinónimo de soledad porque no aplica; en silencio o más que eso, cómo podría llamarse el sonido de la nada o el vacío, la oscuridad de lo no escuchado y allá al final de la noche unos pasos subiendo escalones. Esperando en esta especie de abismo, nadie llega, nada aparece tampoco y a luz de vela la desesperación del repentino exilio de los destellos tiene que volverse calma muerta. 

Privada de todo aquello a lo que estaba acostumbrada, sentada con el cuerpo encorvado haciendo esfuerzos sobre humanos para escribir algo con ese titilar de luz mortecina. Con el sueño completamente ausente, pupilas dilatadas, sonidos que se tornan sospechosos desde el eco de lo absurdo y un milagro que se niega a aparecer. Traga saliva con dificultad y descarta las lagrimas porque llorar ahora tendría que ser la última opción… Se controla, pero aún nadie toca su puerta. 


Terca ha empezado a tener un poco de miedo y no se atreve a estirar los pies sobre la cama, se encoje e imagina que esta entre dos historias, un tráiler de terror y una novela rusa del siglo XIX. Los músculos del cuello están completamente tensos, ella es victima de su rigidez crónica, en el laberinto nocturno empieza a aparecer la sombra del habitual dolor de cabeza… Conteniendo aún el llanto juega a la valiente, pero una lagrima cobarde empieza a resbalar por su pómulo izquierdo, una lagrima rellena de dolor va cayendo por el robusto rostro turbio y desolado.

Y piensa, de no ser porque se quedó aguardando a que llegara no estaría ahí como una muerta enterrada bajo un alud de oscuridad, si no fuera por él no estaría ahí acurrucada desesperadamente quieta. 

Como después de recapacitar, en un efecto defensivo empieza a destilar rabia, las letras empiezan a escribirse torcidas y maltrechas sobre el papel arrugado con olor dulce… con los ojos inundados en llanto ya no logra precisar si los reglones están torcidos o si es ella la que tiembla. 



Anhelar amándole y esperar odiándole, el cansancio tendrá que venir porque aún queda toda la noche así, igual, entre cada escalofrío que termina y presagia el siguiente; por qué esa luz de vela no se convierte en una llamarada gigante ante sus ojos, por qué no llaman a la puerta y le preguntan si está bien, por qué no encuentra esos ojos entre sombras que iluminen esos vacíos imprecisos? Se pregunta insistentemente sin una respuesta. 

Que será de ella cuando el fuego se termine y tenga que soportar la tremenda oscuridad que expira?.. No puede dejar de pensar en ese momento, agarra la almohada con tanta fuerza que se cansa un poco más; piensa si tendrá que morir también como la noche, sin luz, se responde que así será, sin ilusión se entrega a su pequeña e insignificante catástrofe, al menos momentáneamente sobre esas horas obligadas a la nada. 


Cae, al terminar las horas ciegas y mudas ha sido vencida por el sueño y el hastío… Toc, toc, toc insistente para un despertar asustadizo, su puerta no calla, llaman con un sentimiento de esperanza del otro lado del pedazo de madera; para terminar la noche ha llegado una mañana llena de luz, contraste completo a lo antecedido, parece que finalmente ha llegado por quien tanto había esperado una noche que le parecieron mil.