
“Si el lenguaje es otra piel, toquémonos más con mensajes de deseo… No voy a endurecer, letras que dan placer, me contengo de amarte más, hasta volverte a ver”
Armarme o desarmarme de palabras, no sé qué hacer porque ya nada parece importar, no parece valer el intento o el propósito, dejo de existir en el momento en que me haces nada y las frases simplemente se pierden en el vacio interminable de la indiferencia asesina. El recorrido de las lágrimas ya ni siquiera es el mismo, se han estancado en un recóndito lugar del alma y ya no esperan por salir, se contienen y se contienen queriendo dar tiempo a que la felicidad llegue para hacerlas evaporar instantáneamente. ¿Y cuándo se dignará venir la felicidad? Tengo miedo que para cuando llegue sea tarde y ya mi alma este ahogada y deshidratada en la sal del la melancolía, la consternación y la ansiedad. Insistentemente absurda, dilapidada, amarrada en los recuerdos y en los olvidos. Miedosa, insegura, desquiciada a la espera de lo imposible, espero y espero no se muy bien que cosa, me agoto, suspiro, oscilo, caigo, me arrodillo y expiro… 
